Por Juan Tomás Valenzuela
Mi amigo Miguel Ortega
se ha pasado a la Fupú,
a ver si le hace capú
al líder que dá más brega.
Miguel, esta vez se juega,
con este paso mal dado,
lo poco que se ha ganado
vociferando en tarima,
porque al palo al qué se arrima
también está desfasado.
Tanto que yo aconsejé
al ñú de Miguel Ortega:
“Mi hermano, deja esa brega,
nadie te vá a complacer.
Nunca va a poder ser
Maestro de Ceremonias,
pues te falta parsimonia
para hablar entre la gente,
en donde el tono estridente
te pone al nivel de Sonia”.
Pero no hay nada que hacer,
este boquita de vieja
se metió entre ceja y ceja
que él ganará con Leonel.
Miguel, volverá a perder,
porque es su naturaleza,
y si esa mierda progresa
y gana en el 24,
Miguel, traerá otro teatro
si no cumplen la promesa.
El problema es que Miguel
no entiende limitaciones,
no es lo mismo callejones
que las salas de un hotel.
Para alcanzar el nivel
que Ortega, está pretendiendo,
debe irse sacudiendo
su tigueraje pasáo,
que el canto de guaraguao
ya no es lo que está vendiendo.
Juan de los Palotes
25 enero 2022